Después del nuevo baño de gloria (con lluvia incluída durante toda la felíz noche del octavo título en la Liga), ya con la tranquilidad del logro obtenido, con la cabeza fría de sueños cumplidos, tenemos el reto de intentar el recuerdo cercano de nuestro nuevo campeón.
Demás está decir que la mano del "loco" Soria se notó desde un inicio, cuando desde este mismo blog se comentaba que el equipo había adquirido una dinámica poco habitual con las últimas versiones de los conjuntos stronguistas recientes, parecía que el Tigre de Soria sería el de la dinámica y el juego moderno; pero la crísis (cuando no) de la posibilidad de eliminarnos , mas el recurso histórico, sumado a las ganas y el hambre de campeonato que nuestros jugadores y nosotros -la gente aurinegra- veníamos acumulando durante siete años, fueron transformando la identidad de ese inicial conjunto de un toque al aguerrido y pendenciero que humilló a Bolivar por goleada, que ratificó pergaminos históricos ante un Oriente nuevamente opacado por nuestra paternidad y fiera gloria; al conjunto que no podía perder la final, pero tampoco se confió y fué a buscar el título con órden y decisión en la primera final en La Paz, y luego con sorpresa táctica y resistencia en Sucre. Es un equipo, como siempre, muy distinto a sus predecesores campeones: tiene a una figura nítidamente superior, Pablo Escobar, quien se cansó de vacunar a los "cholis" durante todo el año y convirtió goles decisivos contra Oriente y ante la misma "U" en Sucre, pero sore demostró ser el líder del pundonor, el más técnico a la vez fué el mas osco y empecinado en que ésto tenía que pasar, se puso al tigre en la espalda y lo capitaneó -mas allá del cintillo- a este título que nunca olvidaremos. Daniel Vaca, quién debe ser el arquero del Tigre de aquí hasta su retiro futoblístico, el que hizo posible que el sueño no se extinguiera, que no se frustara, especialmente en las instancias decisivas; luego Chuma y Solís, formando ese "núcleo histórico" del que solía hablar Johann Cruyff cuando se refería a la identidad futbolística de los grandes equipos... en fín, todos, porque el equipo fué contagiándose de la mística de a poco y no la dejó más una vez que la hizo suya.
Un párrafo aparte para el gran Mauricio Soria, para quién la "humildad es de hipócritas", quién ha confirmado su continuidad en el club.... el mejor deseo y la esperanza de que pueda ayudarnos a dar el salt5o histórico en la Copa Libertadores; ahí estaremos, Campeón.
Demás está decir que la mano del "loco" Soria se notó desde un inicio, cuando desde este mismo blog se comentaba que el equipo había adquirido una dinámica poco habitual con las últimas versiones de los conjuntos stronguistas recientes, parecía que el Tigre de Soria sería el de la dinámica y el juego moderno; pero la crísis (cuando no) de la posibilidad de eliminarnos , mas el recurso histórico, sumado a las ganas y el hambre de campeonato que nuestros jugadores y nosotros -la gente aurinegra- veníamos acumulando durante siete años, fueron transformando la identidad de ese inicial conjunto de un toque al aguerrido y pendenciero que humilló a Bolivar por goleada, que ratificó pergaminos históricos ante un Oriente nuevamente opacado por nuestra paternidad y fiera gloria; al conjunto que no podía perder la final, pero tampoco se confió y fué a buscar el título con órden y decisión en la primera final en La Paz, y luego con sorpresa táctica y resistencia en Sucre. Es un equipo, como siempre, muy distinto a sus predecesores campeones: tiene a una figura nítidamente superior, Pablo Escobar, quien se cansó de vacunar a los "cholis" durante todo el año y convirtió goles decisivos contra Oriente y ante la misma "U" en Sucre, pero sore demostró ser el líder del pundonor, el más técnico a la vez fué el mas osco y empecinado en que ésto tenía que pasar, se puso al tigre en la espalda y lo capitaneó -mas allá del cintillo- a este título que nunca olvidaremos. Daniel Vaca, quién debe ser el arquero del Tigre de aquí hasta su retiro futoblístico, el que hizo posible que el sueño no se extinguiera, que no se frustara, especialmente en las instancias decisivas; luego Chuma y Solís, formando ese "núcleo histórico" del que solía hablar Johann Cruyff cuando se refería a la identidad futbolística de los grandes equipos... en fín, todos, porque el equipo fué contagiándose de la mística de a poco y no la dejó más una vez que la hizo suya.
Un párrafo aparte para el gran Mauricio Soria, para quién la "humildad es de hipócritas", quién ha confirmado su continuidad en el club.... el mejor deseo y la esperanza de que pueda ayudarnos a dar el salt5o histórico en la Copa Libertadores; ahí estaremos, Campeón.